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Presentación (o más bien una declaración)
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Conocer la historia del concepto de animación a la lectura es la clave para interpretarlo
Para comprender bien el sentido de la animación es necesario conocer la historia del concepto, así como los anhelos pedagógicos y sociales de la época en que surgió. La palabra fue asociándose progresivamente a las más diversas actividades sociales, entre ellas a la lectura. La nueva locución se afincó con éxito en las bibliotecas, desde las que migró a las aulas. Tanto los entusiasmos como los recelos que suscitó la animación a la lectura pueden interpretarse mejor si se tienen en cuenta las esperanzas de quienes veían en las nuevas actividades una grata forma de acercar los libros a los ciudadanos así como los temores de quienes entendían que con ellas se menoscababan y frivolizaban los modos tradicionales de practicar la lectura.
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La noción de placer está indefectiblemente unida a la lectura
La noción de placer está ya indefectiblemente unida a la lectura. Nadie duda a estas alturas de que la experiencia de leer debe ser ante todo grata y deseable. Pero una cosa son los discursos y otra bien diferente las prácticas cotidianas. La realidad muestra las muy frecuentes contradicciones entre lo que se proclama y lo que se hace. No es infrecuente que la defensa del placer de leer surja en medio de ejercicios tediosos y forzados. El cada vez mejor conocimiento de cómo funciona el cerebro humano está permitiendo demostrar que el placer, que preserva y sostiene la vida, está en el origen de cualquier actividad que se emprende, inclusive la lectura.
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Se debe evitar que los miedos, los prejucios o las rutinas entorpezcan la amistad con los libros
Aunque el concepto y las prácticas de animación a la lectura estuvieron desde el principio rodeados de escepticismo, e incluso desdén, la verdad es que en España, y no sólo en nuestro país, descollaron más las ilusiones de quienes la estimaban como una oportunidad de cambiar la pedagogía de la lectura que las reprobaciones o las burlas. Cuando el tiempo fue demostrando que los resultados no se ajustaban ni a las expectativas ni a los esfuerzos empleados, cundieron los desalientos. Pero tan irrazonables pueden resultar las desmesuradas esperanzas con los desánimos extremos. Es preciso determinar entonces qué podemos razonablemente esperar y qué debemos ineludiblemente promover.
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La soldadura de las actividades que preceden a la lectura y las que la prolongan constituyen el fundamento de la animación
A la sombra de la animación a la lectura se ha acogido un heterogéneo y a veces contradictorio conglomerado de prácticas. No todos los que las llevan a cabo entienden las mismas cosas ni tienen los mismos objetivos. Establecer sin ambigüedades qué debe entenderse por «animación a la lectura» puede ser muy clarificador. En ese sentido, parece oportuno distinguir entre prácticas que animan a leer, es decir, que persuaden, impulsan y allanan caminos, y prácticas que animan una lectura, es decir, que la ramifican, la vinculan a otras experiencias, la enraízan.
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El juego, entendido con seriedad, es inherente a la lectura y, bien utilizado, puede despertar el deseo de leer
La noción de juego despierta tantos apasionamientos como desconfianzas. Se alaba el juego como uno de los medios más libres e imaginativos de los seres humanos, y en especial los niños, para entender y relacionarse con el mundo, pero al mismo tiempo se procura que no contamine las actividades de aprendizaje escolar. En las aulas es preferible una separación estricta entre el aprendizaje y el juego. La animación a la lectura ha sido a menudo descalificada por su reivindicación del juego.
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La lectura debe formar parte de las experiencias vitales de los niños y los jóvenes
Un tópico muy arraigado afirma que la animación a la lectura sólo es aceptable para los libros contemporáneos y, más específicamente, para los libros de literatura infantil y juvenil. Los libros importantes y, por supuesto, los libros clásicos parecen exigir una consideración y un modo de leer incompatibles con la espontaneidad o la distensión. Las artificiosas barreras entre el estudio y la lectura, entre el análisis de los textos y el gozo de leerlos, han limitado negativamente la pedagogía literaria. Es urgente y forzoso abolir esas separaciones e idear nuevos procedimientos si se pretende que la lectura forme parte de las experiencias vitales de los niños y los jóvenes.
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La comprensión de un texto es inseparable del interés, las expectativas, los propósitos o la satisfacción previa de los lectores
A la comprensión lectora, que es uno de los objetivos pedagógicos más arduos e incuestionables, se le contraponen a menudo las inconsistencias y confusiones de la animación a la lectura. Sus detractores afirman que la laboriosidad que implica el entendimiento de un texto es incompatible con la liviandad de las animaciones. Afirmar que el acercamiento distendido y dichoso a los libros no favorece la comprensión, sino que incluso la obstaculiza, no es del todo adecuado. Abundan las investigaciones que demuestran por el contrario que la comprensión de un texto es inseparable del interés, las expectativas, los propósitos o la satisfacción previa de los lectores, que es justamente lo que trata de alentar la animación a la lectura.
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La mediación es primordialmente una labor de lectores comprometidos que deben tratar de fascinar a los lectores que empiezan
Los lectores adultos y experimentados saben que el descubrimiento de los buenos libros es casi siempre consecuencia de una búsqueda atenta y paciente. Exige conocimientos y perspicacia, cualidades que los lectores incipientes no poseen, por lo que en la mayoría de los casos están a merced de los gustos de los mayores. El papel de los mediadores resulta por ello determinante. Pero al hablar de mediadores es preciso considerar no tanto la profesionalización como la voluntad y la inteligencia. Convertir la mediación en un oficio puede resultar arriesgado, pues persuadir no es una cuestión de recursos técnicos. La mediación es primordialmente una labor de lectores comprometidos --padres, profesores, bibliotecarios, libreros, periodistas...-- que tratan de fascinar a los lectores que empiezan.
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El futuro de un lector se trama en los hogares y en las aulas, en las bibliotecas públicas y escolares, en la prensa y en la red social de Internet
Animar a leer, es decir, estimular el deseo de acercarse a un libro y leerlo libremente, es la máxima ambición de un lector. Los lectores expertos tienden a olvidar sin embargo que la facilidad con que ellos recorrieron el camino a los libros no es universal. Esa misma experiencia ha podido estar para otras personas ensombrecida por la angustia y el desánimo. Amar leer no es un deseo elemental o inmediato. Tan ineludible como quebrar prejuicios y vencer resistencias es idear estímulos y recompensas. En los hogares y en las aulas, en las bibliotecas públicas y escolares, en la prensa y en la red social de Internet, se trama día a día el futuro de un lector.
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La animación de la lectura es una de las actividades que mejor contribuyen a la comprensión de un textos
La animación de una lectura es una de las actividades que mejor contribuyen a la comprensión de un texto. La preposición de otorga a la animación una dimensión más dilatada y creativa. La respuesta de los lectores a un libro es una manifestación de homenaje pero también una vía de conocimiento. La conversación y el debate, la escritura y la recreación artística, son modos de compromiso con las palabras depositadas en un libro. Y es asimismo una manera de elaborar significados personales, de indagar en uno mismo los efectos de la lectura. Compartir la experiencia de leer un texto o escribir otro texto a modo de diálogo con lo leído ensancha y afina la lectura.
¿Cuál es el verdadero significado de la animación a la lectura? ¿Qué debe entenderse por «placer de leer» y qué hacer para lograrlo? ¿Qué fundamenta la animación a la lectura? ¿A qué libros concierne esta pedagogía de la lectura? ¿Qué papel deben tener los mediadores en la lectura? ¿Dónde se construye el futuro de un lector...?
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¿Cuál es el verdadero significado de la animación a la lectura? ¿Qué debe entenderse por «placer de leer» y qué hacer para lograrlo? ¿Qué fundamenta la animación a la lectura? ¿A qué libros concierne esta pedagogía de la lectura? ¿Qué papel deben tener los mediadores en la lectura? ¿Dónde se construye el futuro de un lector...?