En la sala de psicomotricidad, Àlex, de 3 años y medio, se sube a las espalderas: uno, dos… hasta cinco barrotes; en ese momento, se detiene cogiéndose con fuerza con ambas manos y gira la cabeza, como pidiendo ayuda. El adulto se le acerca, le pone una mano en la espalda y le dice: «¿Quieres saltar o quieres bajar? ¡Yo te ayudo!». El niño baja, sonríe y sigue jugando con los demás.