Las sociedades y comunidades se definen por las historias que contamos. Una buena historia capta nuestra atención, despierta la curiosidad y nos permite identificarnos con sus personajes. Esto la transforma en un poderoso recurso para la enseñanza y el aprendizaje de la matemática, facilitando la introducción de conceptos e ideas que pueden resultar muy abstractos para niños y adolescentes.