Bien como demostración de poder, de altitud moral y espiritual, de cultura y finura estética propias, o bien por razones de mecenazgo o como medio para evidenciar la riqueza de los monarcas, el arte ha estado siempre presente en los espacios de los palacios imperiales, muchas veces auténticos centros artísticos que definían y marcaban no sólo estilos y tendencias, sino también el desarrollo general de la historia del arte. Los emperadores reunieron grandes colecciones artísticas que, durante los siglos XIX y XX, pasaron a abrirse al público para luego convertirse en museos del Estado. Con i…