Los medios de comunicación dominan las conciencias, imponen hábitos sociales y conductas psico-alimentarias, modelan relaciones y actitudes, dan visiones del mundo que el conjunto de la ciudadanía aceptamos, a menudo y sin discusión, como válidas.
Si esto pasa con los adultos, hay que pensar que los adolescentes -esos seres cada vez más desconocidos, irritables, débiles y confusos, que de manera errática nos rodean y que fundamentalmente escuchan (con auriculares) y miran (las pantallas)- tienen mucha más tendencia a ser manipulados y seducidos por las luces de neón de los mensajes…