Cuando en el ya lejano 1993, el Dpto. de Educación del Gobierno Vasco me propuso el diseño de una asignatura optativa que sirviese de base y orientase vocaciones dentro de la nueva concepción del bachillerato de ciencias de la naturaleza y la salud, he de reconocer que no tuve muchas dudas a pesar de encontrarme frente a un folio en blanco, ya que la idea global no solamente la tenía en mente desde hacía tiempo, sino que la estaba llevando a cabo de manera parcial desde hacía varios años con mi alumnado. Por tanto, solo había que estructurarla, darle forma, acotar niveles, adaptarla…