¿Recuerdan ustedes aquella magnífica película de Berlanga, Bienvenido Mister Marshall? ¿Recuerdan a los habitantes de Villar del Río con su alcalde, su maestra, su barbero, su éste y su otro (o su ésta o su otra), que vivían la magia de una noche de reyes con sus esperanzas puestas en la llegada de los americanos? Todavía resuena en mis oídos la canción: “Americanos, os recibimos con alegría…”. Pues bien, con esto del cambio de siglo mi ánimo estaba como el de los habitantes de aquel pueblo. Había redactado una lista de peticiones antes de traspasar la frontera que separa el…