Hace ya tiempo se generó en la cinematografía, especialmente en la estadounidense, una veta que ha sido más que redituable en el terreno económico, aunque no tanto en el propiamente estético: la de hacer cine para adolescentes. Este rubro ha transitado por itinerarios diversos, que van desde las propuestas del cine independiente tipo (Larry Clark, 1995) hasta las aventuras edulcoradas de las marcas Disney y aledañas.
Si además nos asomamos a las realidades de los distintos puntos geográficos del planeta, la diversidad se dispara y las realidades que se abordan son tan heterogéneas…