Cada vez hay más costumbre de organizar actividades fuera del marco de la escuela. Visitas, excursiones, campamentos, estancias de varios días, etc. ¿Hasta qué punto son fruto de una «moda» o realmente sirven a objetivos propios de la enseñanza? ¿Son necesarias y, por tanto, las incorporamos a nuestras programaciones, o, por el contrario, son únicamente un complemento, un recurso más por lo que podríamos prescindir de ellas?