“¡Oh, no, verdura!” Este es el grito desesperado de muchos niños y niñas a la hora de la cena. Todos querríamos que se la comieran, pero también que comer fuera un placer y no una lucha. Y eso es perfectamente posible.
“¡Oh, no, verdura!” Este es el grito desesperado de muchos niños y niñas a la hora de la cena. Todos querríamos que se la comieran, pero también que comer fuera un placer y no una lucha. Y eso es perfectamente posible.