Plantear la formación como una herramienta de desarrollo profesional implica proponer procesos de formación que capaciten al profesorado en conocimientos, destrezas y actitudes para desarrollar profesionales reflexivos e investigadores; el profesor o la profesora ha de participar activa y críticamente, desde y en su propio contexto, en un proceso dinámico y flexible que potencie su propia mejora profesional y, a la vez, la del centro donde trabaja. (Imbernón, 2011)