Nuestros hijos se llevan veintidós meses: el mayor tiene seis años y el menor, cuatro. Están muy acostumbrados a jugar juntos y procuramos cuidar el ambiente para que las dinámicas de juego se mantengan plácidas y de complicidad. Una parte fundamental es dejarles su espacio . Para conseguirlo, tenemos una sala en casa llena de distintos tipos de propuestas lúdicas, adaptadas a sus edades e intereses, y que siempre propicien un juego respetuoso.
En casa necesitamos organizar los recursos para que los hermanos puedan relacionarse en el juego con naturalidad. Una maner…