Actuar sobre lo que se consigue contemplar conduce a una aventura inolvidable. En los niños comporta experiencias y conocimiento sobre sí mismos y sobre el mundo. Les permite saber estar, reflexionar y crear.
Crecer transformando lo que está ante sus ojos, oídos, manos y en su pensamiento incipiente es garantía de verdadero aprendizaje. Por qué, cómo, y qué piensan ellos sobre este proceso de construcción personal-cultural es el corazón del proceso educativo que se describe.