La valoración académica tradicional de las obras de arte sonoro, así como la de los jóvenes artistas que las producen, es una tarea difícil cuyo sentido se pone en cuestión en este artículo. En su lugar, tras proponer un conjunto de materias sobre las que a la larga un artista sonoro ideal habría de poseer rudimentos, se sugiere una vía de autovaloración crítica y comparativa que permita situar a los alumnos en el contexto global del estado de la creación.