En situaciones habituales de la vida de un niño o niña, encontramos elementos que forman parte de su crecimiento y que despiertan su curiosidad. En este capítulo la autora reflexiona sobre estos primeros placeres motóricos y visuales, aparentemente caóticos, en los que la acción es una forma de pensar y de construir el conocimiento. En este sentido, la representación gráfica o el dibujo denotan una construcción activa y creativa del mundo y les prepara para entender las dinámicas de acción que forman la vida.