¿Por qué este monográfico?
A menudo nada escondemos ahora de la curiosidad de los niños y las niñas excepto el sufrimiento y la muerte. El tabú del sexo ha dejado paso al tabú de la muerte y del sufrimiento.
Hace años los adultos no sabían cómo hablar del sexo con los niños, ni se atrevían a que éstos les vieran desnudos. “Son muy pequeños”, sentenciaban; “no lo entenderían”, justificaban. Los educaban con un “tápate, que hay gente” o el clásico “no toques”. Y si alguna vez los niños se atrevían a preguntar, los encontraban inoportunos o prematuros.
Tanto oscurantismo condu…