No se puede pretender formar a practicantes reflexivos sin incluir este propósito en los planes de formación y sin movilizar a formadores de enseñantes con las competencias necesarias. Ésta es la premisa clave de este capítulo, a partir de la cual se plantean diez desafíos para que el cuerpo de formadores, en su conjunto, contribuya a formar a enseñantes reflexivos y facilitar así la profesionalización del oficio de enseñante.