Como sabemos, la educación literaria supone el desarrollo en los alumnos de la capacidad para disfrutar de la experiencia estética, para atribuir sentido a los textos literarios y para interpretar los signos que organizan nuestra vida social y cultural y, desde esta concepción, forma parte de la educación lingüístico-comunicativa general. Esta educación se vuelve progresivamente más compleja según los alumnos van incorporando a su mundo de referencias poderosos -y sin duda legítimos- competidores en el mundo de la ficción. Ello no impide, sin embargo, que la comunicación lite…
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