Eduardo juega con su voz de una manera que resulta fácil imaginárselo en una sala de psicomotricidad contando con la confianza de los niños y niñas. «Cuando un niño juega a esconderse, con su acción dice cosas que me permiten comprender aspectos relacionales que son importantes para su desarrollo. A través de la vía corporal, puedo establecer una relación con él que le permita organizar algunas cosas de su mundo interno». No es sólo una técnica física, sino que se fija en el significado del movimiento, y un niño es un maestro de la expresión.