De ahí que la labor pedagógica deba entenderse como un arte: el arte social por excelencia. Para que se produzca un acto pedagógico verdadero tiene que abrirse el canal de comunicación que permita el encuentro entre el alumno y el adulto, maestro o padres. Pero lo paradójico es que en ese acto aprenden todos, se “educan mutuamente” niños y adultos.
Así es durante toda la vida. Constantemente estamos confrontados con situaciones de aprendizaje. Dejar de aprender significa paralizarnos. La educación es la vida misma, toda la vida. Lo que llamamos pedagogía es la educación formal en u…