Si el objeto fuera hacer que los discípulos pensaran, antes que hacer que acepten ciertas conclusiones, la educación se llevaría de modo completamente distinto: habría menos rapidez de instrucción y más discusión, más ocasiones en que los discípulos se encontraran animados a expresarse por sí mismos
Quizá lleguemos en un plazo medio de tiempo a descifrar los mecanismos por los que funciona nuestro cerebro, aunque no sé si me gustaría que así fuera. Los partidarios de que la vida puede regularse y planificarse sin margen para el error, o la disidencia, encontrarían en ello argu…