Una de las competencias más complejas -y a la vez más sugerentes- que tenemos los profesores con la puesta en práctica de los nuevos programas oficiales es que debemos diseñar unidades didácticas, específicamente orientadas al aprendizaje de nuestros alumnos. En el caso de la educación obligatoria, éstas deben atender prioritariamente sus necesidades formativas como ciudadano y no tienen por qué estar orientadas a la preparación de futuros científicos.
Si aplicáramos este planteamiento a lo que ha sido la enseñanza habitual de la energía, nos tendríamos que cuestionar: qué co…