La cultura de un centro es dinámica, en un proceso de actualización constante. Para que esta construcción no acabe desdibujando la identidad de la escuela, es necesario que se haga de forma ordenada y compartida: avanzando juntos y en la misma dirección. Desde la escuela, podemos crear un clima que favorezca la implicación de todos. Con una participación activa, haremos nuestro proyecto común y nos convertiremos en una comunidad educativa.