El momento del cambio de pañal no ha de ser nunca una tarea mecánica, en la que los niños y niñas van pasando y los maestros o maestras los cambian. Puede convertirse en un momento social, un momento de juego, de complicidad, de sonrisas. Con el simple gesto de bajar el cambiador al suelo, en nuestra escuela experimentamos un cambio abismal: sentarnos todos juntos o solo unos pocos, poder conversar, continuar jugando tranquilamente… ¡Este momento puede ser de los más gratificantes de la jornada!