Los niños y las niñas con TEA presentan comportamientos disruptivos, que pueden ser debidos a posibles alteraciones en el procesamiento sensorial de la información, un aspecto muy importante que cabe tener en cuenta en la práctica educativa. Como docentes, es esencial que adoptemos una mirada inclusiva despierta hacia estas necesidades, adaptando el entorno del aula a las peculiaridades sensoriales de nuestro alumnado.