La profesión docente tiene su parte de individualidad, pero también necesita una parte colaborativa. Educar a la infancia y adolescencia necesita de un colectivo (por no decir la famosa frase indígena de «necesita todo un pueblo para ser educado»). Por lo tanto, la formación permanente, para desarrollar procesos conjuntos y romper con el aislamiento y la no comunicación del profesorado, debe tener en cuenta la formación colaborativa.