Suena el tono de llamada, una, dos, tres veces. «Sí, ¡dígame!» Es la mamá de Andrea quien responde al otro lado del teléfono. Mi primera llamada de los once niños citados en agenda esta tarde, todos para consulta telefónica. Andrea, que tiene tres años, ha empezado con fiebre. No tiene ningún otro síntoma, la fiebre cede cuando le da paracetamol y la mamá la ve bien, algo menos de apetito, pero… ¿no será el coronavirus?