En la formación permanente del profesorado, éste siempre se ha visto obligado a ejercer un papel pasivo, siendo objeto de ella como un mero instrumento maleable y manipulable en manos de otros. Por ello, en este capítulo se hace hincapié en la necesidad de un cambio de perspectiva, en el que los docentes asuman una identidad docente y se posicionen como sujetos activos de su propia formación.