Hay un interés creciente por la evaluación educativa que parece extenderse a la historia. En este contexto el autor sitúa su propia propuesta sobre cómo evaluar, y por tanto enseñar, el pensamiento histórico en secundaria obligatoria (Domínguez, 2015). La propuesta se construye desde las que él considera competencias históricas, integradas en su mayor parte por conceptos metodológicos o «de pensamiento histórico», que se traducen finalmente en destrezas cognitivas evaluables.