En este artículo la autora reflexiona sobre la capacidad que la práctica musical posee para responder al complejo y diverso panorama educativo actual. Tocar en grupo, con el objetivo de participar en un concierto público, ofrece múltiples posibilidades para atender satisfactoriamente a todos los alumnos. Además, hacer música entre todos contribuye a ofrecer una educación de calidad, desde la perspectiva de la formación en valores.