Conseguir que los niños y niñas escriban bien requiere horas de práctica e inversión de energías, ¡sí! Pero los esfuerzos valen la pena y los resultados son positivos porque, a menudo, se descubren fortalezas y talentos ocultos. También hace ver las deficiencias que tenemos como maestros, genera más preguntas que respuestas, y nos conduce a un camino –mágico, por supuesto– sin retorno donde algunos de nuestros hábitos zozobran, definitivamente.