La herencia de Descartes
En otros tiempos, el hombre vivía a merced de la naturaleza. La luz del día condicionaba sus actividades; las estaciones del año, sus alimentos, y el clima determinaba sus viviendas. De este modo, los frutos de la tierra se percibían como regalo de los dioses. Posteriormente, con la aparición de la agricultura, la humanidad comienza a independizarse de la imprevisibilidad del tiempo, aprovechando las épocas de buena cosecha para acumular alimentos y sobrevivir al frío o a la sequía. El uso de estas técnicas no sólo acaba con la necesidad de una vida nómada…