Se trata de una reflexión sobre el criterio de evaluación y de cómo definirlo para recuperar la autoridad y la legitimidad de los docentes, teniendo en cuenta los recursos de los que se dispone en el aula y los objetivos de aprendizaje.
Los alumnos saben si están aprendiendo o no. Los profesores, normalmente, también. Pero las notas son cosa de tres o cuatro. Hay que incluir a las familias y al sistema educativo. Y es aquí donde comienzan los engaños. Ellos no se engañan; pero desconocen el valor total de los estudios y el peso que tendrán en sus decisio…