Muchos niños y niñas tienen hambre de amigos: cada vez más apáticos, están tristes. La amistad, a partir de los dos años, constituye una estructura afectiva fundamental. Empodera en la empatía, acerca a niñas y niños a una pluralidad de retos desconocidos. Con la amistad exploran los códigos afectivos de la tribu y descubren la comunidad de conocimientos. En las relaciones entre iguales, los niños y niñas ensayan la construcción de su propio relato de vida.