El encaje entre familia y escuela, sobre el papel, es idílica, pero la realidad es algo muy distinto. El día a día no se parece en nada a esas fotografías ideales que aparecen en las webs de los centros escolares. Ni a la visión imaginada que tenemos al respecto los progenitores. Todos la pifiamos. Por demasiada implicación, por demasiado poca, por suspicacias, por reproches. Pero un buen punto de partida para el entendimiento es admitir que todos, absolutamente todos, somos imperfectos, y que el sentido del humor bien puede actuar a modo de engrasante en esta relación tan necesaria….