A pesar de ser una necesidad fisiológica, hay muchos motivos para que una criatura no quiera irse a dormir. Los miedos y las pesadillas. No querer separarse de los padres… En cualquier caso, con independencia de la causa que provoque el rechazo, es necesario establecer rutinas que predispongan y ayuden a la separación de los padres y al cierre de las actividades del día.