En casa tenemos juguetes que intentamos escoger por la calidad de sus materiales y porque les permiten la exploración a nuestros hijos de 2 y 4 años. Pero ellos se pirran por los objetos brillantes, con botones y movimiento, y a nosotros no nos gustan nada. ¿Será que nuestras ideas pedagógicas no casan con los gustos reales de los niños?