Al igual que pronto diferenciamos colores y formas a través de los ojos, el oído se encarga de descubrirnos el entorno sonoro, además de participar en el proceso de emisión de sonidos: hablar, cantar, silbar. En los últimos ocho años, hemos tratado de organizar el trabajo de los sentidos, entre ellos el que nos ocupa, en su doble faceta que nos permite «audir» y escuchar.