La acción docente supone una actuación de nivel intelectual superior. No es, por tanto, una acción de aplicación técnica repetitiva, sino una acción individualizada que, por sus características irrepetibles, dispone de los requisitos que se exigen para la consideración de cualquier acción profesional científica. Siendo esto así, como se argumenta en el presente artículo, toda acción docente está indisolublemente unida a una correspondiente acción investigadora que la interprete y la justifique.
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