A menudo pensamos que hacemos educación ambiental si llevamos a los alumnos y alumnas al campo, visitamos una depuradora, recogemos muestras de aguas, depositamos papel en el contenedor que tenemos en la puerta del centro, coleccionamos plantas etc. Todo esto está muy bien si somos capaces de justificar la realización de cada actividad, si dirigimos, desde el aula, la formación e información que van a recibir nuestros alumnos y alumnas. Por ejemplo; no podemos visitar una depuradora sin haberles informado de lo que van a ver, de por qué es bueno realizar esa visita, qué tipo de notas…