La investigación evidencia que desde los primeros años se abren brechas en las capacidades cognitivas y no cognitivas entre niñas y niños de diferente origen social. Estas diferencias tienden a persistir en edades más avanzadas de la infancia y la adolescencia. El acceso al primer ciclo de educación infantil es de las estrategias más efectiva para paliar los efectos de la pobreza en la infancia.