La cultura profesional del profesorado ha estado llena de alejamiento, frialdad y ocultación de las emociones y de la naturalidad del ser humano, y ello se ha reflejado en el trabajo conjunto del profesorado con el alumnado. En respuesta, en este capítulo se apuesta por una formación de carácter más actitudinal, que permita mostrar las diferentes emociones con el fin de que los enseñantes puedan mejorar la comunicación, convivir en las instituciones educativas y transmitir esa educación al alumnado.