Allí se oían simultáneamente los lamentos
de los moribundos y los gritos jactanciosos
de los matadores, y la tierra manaba sangre
(La Ilíada)
Así llegan todavía hasta nosotros los ecos sangrientos de la guerra de Troya, convertida por los rapsodas en objeto de culto reverencial a los héroes aristocráticos y cuya lectura todavía nos deja el sabor agridulce de una seductora forma de estetización de la violencia. Desde los vociferantes y rudos combatientes homéricos hasta los emboscados burócratas informatizados de las guerras virtuales de hoy, han transcurrido muchos y muy diferentes …