Uno de los objetivos docentes más perseguidos en los últimos tiempos es hacer de la enseñanza algo divertido y ameno, para, de esta manera, transmitir los conocimientos al alumnado. Entonces, ¿por qué no convertir el juego en un medio didáctico? Debe ser un recurso educativo, pero sin olvidarnos de que jugamos por el mero hecho en sí. El juego no es un medio, es un fin.