El nuevo paradigma de la educación inclusiva nos obliga a realizar un cambio de mirada, dejando atrás modelos centrados en los déficits de nuestro alumnado y evolucionando hacia la eliminación de barreras que obstaculizan el proceso de enseñanza-aprendizaje. La planificación centrada en la persona nos ofrece una herramienta potente que sitúa al alumnado en el centro del proceso, siendo este el verdadero protagonista de su proyecto de vida.