Cuando en el Simposio de Didáctica de las Ciencias Sociales celebrado en la Universidad de la Rioja en 1999 reflexionábamos en torno a qué currículo podía ser el más adecuado para la formación social del alumnado del siglo XXI desde la racionalidad de un área de conocimiento dedicada a la investigación y la docencia, nuestra aportación (Estepa y Domínguez, 1999) insistía en que para favorecer la innovación educativa en la enseñanza de las ciencias sociales no bastaba con cambiar el currículo. Es más, señalábamos que para cambiar la práctica escolar, para la introducción …