Algunos niños y niñas viven perdidos en el bosque de las emociones desordenadas. Pequeños y grandes necesitamos la estima de los demás, aunque no exactamente para lo mismo. A los mayores, la experiencia amorosa nos sostiene el vivir y nos nutre de energía. Atender las necesidades infantiles de forma amorosa es la condición para que puedan descubrir qué es vivir y qué es vivir con plenitud.