La capacidad de expresar nuestra sexualidad se mantiene y dura toda la vida, aunque no en todos los momentos la vivimos de la misma manera ni con la misma intensidad sino dependiendo del momento emocional y social en el que nos encontremos, de la conciencia de nuestro cuerpo y de las hormonas que navegan por él. A veces, la conciencia sexual y el deseo ocupan un lugar secundario, y otras veces son una prioridad. Todo es adecuado siempre que nos haga sentir bien, con nosotros y con la pareja.