A la sombra de la animación a la lectura se ha acogido un heterogéneo y a veces contradictorio conglomerado de prácticas. No todos los que las llevan a cabo entienden las mismas cosas ni tienen los mismos objetivos. Establecer sin ambigüedades qué debe entenderse por «animación a la lectura» puede ser muy clarificador. En ese sentido, parece oportuno distinguir entre prácticas que animan a leer, es decir, que persuaden, impulsan y allanan caminos, y prácticas que animan una lectura, es decir, que la ramifican, la vinculan a otras experiencias, la enraízan….