Vivimos en un mundo acelerado, donde la velocidad de lo que se inventa y crea supera mucho nuestra capacidad emocional de gestionarlo. Hay que detenernos y valorar el impacto que tienen en nuestro mundo afectivo todas estas nuevas tecnologías y actuar en consecuencia, ya que podemos terminar enfermos de soledad. Es momento de preguntarnos: ¿cómo acompañamos a los adolescentes en este camino?, ¿qué papel tenemos los profesores?